Golpe Franco, fútbol y política durante el franquismo

El 21 de Junio de 1964, una enorme multitud aplaudió enfervorizada a Francisco Franco cuando se levantó para abandonar el estadio Santiago Bernabeu: España acababa de ganar su primera Copa de Europa tras batir a la Unión Soviética gracias a un postrero gol de Marcelino que ponía en el marcador el definitivo 2-1.

Caricatura del ABC de la época.











Al día siguiente, el ABC publicaba lo siguiente: "Después de 25 años de paz, detrás del aplauso puede ser escuchado el autentico apoyo al espíritu del 18 de Julio (día del Alzamiento Nacional) En este cuarto de siglo nunca ha sido visto un mayor entusiasmo popular por el estado nacido de la victoria sobre el comunismo y sus compañeros de viaje". Por supuesto esto no debe extrañar a nadie, todos sabemos que sacar réditos políticos de los éxitos deportivos es algo muy común, por lo que no debe extrañarnos que en un deporte tan popular como el fútbol estos hayan sido buscados por presidentes, dictadores y mandamases en general. 

Sin ir más lejos, el beneficio que supuso para el régimen de Médici la victoria de Brasil en el mundial del 70 o para Videla y sus generales la de Argentina en el 78 fue enorme. Como ejemplo actual (salvando las distancias) podríamos  poner a Joan Laporta, que tras presidir al mejor Barcelona de la historia, se ha pasado al ruedo político para iniciar su proyecto político sabiendo que podía sacar beneficio a su recién adquirida popularidad.

Por supuesto, la España dirigida por el caudillo no fue una excepción. De los distintos papeles que tuvo el fútbol durante el franquismo, el más evidente va a ser la instrumentalización que el propio régimen hizo de los éxitos del balompié nacional para intentar lavar su imagen en el extranjero, presentando una cara más amable.

La victoria ante la URSS va a ser el caso más importante por las evidentes connotaciones políticas que conllevó, una Nación fervientemente anticomunista derrotando a la Poderosa Unión Soviética. Y además una España aislada internacionalmente, que intentaba por todos los medios el beneplácito de un mundo occidental en el que la Guerra Fría estaba en la mente de todos (solo dos años antes había sido la crisis de los misiles de Cuba). Conclusión, esta victoria vino que ni pintada a efectos propagandísticos.



No obstante, donde la relación con el fútbol no llegó a salirle bien a Franco fue en el ámbito nacional. Si bien el fútbol, al igual que otras distracciones, tenía un papel en el organigrama del régimen para despolitizar en la mayor medida posible a la población; la dictadura se identificó desde el principio con un Real Madrid cuyos éxitos en Europa habían servido también para mejorar la imagen exterior de la España franquista. Franco intentó hacer del Madrid un símbolo de la nueva España que fuera universal, y consiguió crear uno su propio régimen.

Esta identificación (y ayuda, como en el fichaje de Di Stéfano) al equipo merengue hizo que el apoyo a los dos grandes clubes de la periferia: el Barcelona y el Atlético de Bilbao (los clubes habían sido obligados a castellanizar sus nombres tras la guerra) pronto se tiñera de tintes políticos. En una España sin derecho a réplica, la asistencia a estos campos era una oportunidad para quejarse tácitamente, enarbolar banderas en los que se habían cambiado los colores nacionales por los del equipo y, sobretodo, silbar e insultar a un Madrid que se veía como una extensión de la dictadura cada vez que le tocaba jugar allí. Una de las pocas formas de protesta que podían hacerse (prácticamente) sin miedo a represalias.

Además, el club bilbaíno se instituyó como símbolo de oposición al régimen, lo que le granjeó las simpatías de muchos opositores en el resto del país mientras ministros y demás figuras de la dictadura se dejaban ver en el Bernabeu cada vez que tenían la ocasión. Lo que empezó siendo un remedio para tener a la población distraida y una forma de publicidad de la España nacional se fue convirtiendo poco a poco en una pequeña molestia para el viejo general, que tenía que ver como le pitaban a "su" Madrid en muchos campos de España (por lo visto no se perdía ni un "El Partido del Día", que emitía TVE).

El último dolor de cabeza que el deporte rey supondría para Franco llegaría con este ya en el lecho de muerte. La orden personal de Franco para la ejecución de cinco presos etarras no solo provocó protestas internacionales; en la siguiente jornada de Liga los jugadores de la Real Sociedad y el Bilbao salieron al campo portando brazaletes negros, lo que provocó la intervención de la policía. Esto a su vez tuvo como consecuencia que la Lazio se negara a jugar contra el Barcelona en la copa de la UEFA. Eran los últimos estertores de una dictadura y del orden futbolístico que esta había creado. Era 1975.

Esta entrada tiene como fuente principal "The Politics of fútbol: Spanish Football under Franco", de Duncan Shaw para History Today y fue publicado 1985. La información complementaria ha sido reunida utilizando diversas páginas web.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Si levantara cabeza ( mas de uno lo querra ) franco lloraria por un 9 para su malogrado Madrid.
juas juas juas,repito juas juas juas.

Anónimo dijo...

...y en la España de ahora,¿qué papel sociopolítico jugarían BarÇa y Madrid y sus hinchadas?(Sugerencia para tu próximo artículo)

Publicar un comentario