Picaresca española, el orgullo de hacer trampas

Se suele repetir con cierta frecuencia, ''desmayos'' de un futbolista tras el mínimo contacto, gemelos que se suben tras una leve carrera, balones que entran en el terreno de juego como por arte de magia o tanganas provocadas por ofensas inimaginables.
En definitiva, eso que se suele llamar picaresca. El orgullo de hacer trampas.


Los defensores de estas prácticas argumentan que forma parte del fútbol. Ellos conciben este deporte como una mezcla de juego, goles, polémica y un cierto engaño.

Cuántas veces habremos escuchado que el problema no es del que engaña o pierde tiempo, sino del árbitro, que en su posición de juez permite todas estas artimañas.
Explicación respetable que yo no comparto.

Dificultar la labor arbitral no puede ser considerado jamás como un lance del juego.
De nada sirve quejarse de ellos por sus decisiones equivocadas cuando son los mismos jugadores y equipos los que obstaculizan su trabajo y tratan de confundirlos.
No podemos exigir rigurosidad arbitral cuando a la vez se trata de inducir al error con tretas de mal futbolista.
No podemos exigir ecuanimidad cuando los mismos equipos están interesados en que no la haya.

Toda esta reflexión viene por un vídeo que todos pudimos ver el otro día en Canal Plus: el delegado del Sevilla, Cristóbal Soria, adoctrinaba a sus recogepelotas para que una vez por delante en el marcador los balones entraran al campo de dos en dos, o directamente para desaparecer y que se tuviera que jugar con aire.
A mi parecer, una actitud muy triste que daña la imagen del Sevilla.

Porque, digan lo que digan, eso no es fútbol.

3 comentarios:

Javier Martín dijo...

Estoy de acuerdo. Todo esto está relacionado con la idiosincrasia española, en la que las facturas sin IVA están a la orden del día, el que defrauda a Hacienda es visto como un pícaro, no como el ladrón que en realidad es. Un país donde alcaldes imputados por corrupción son elegidos nuevamente por sus conciudadanos. Un país donde el dinero negro pasa cada día por delante de nuestras narices y ninguno levantamos la voz. La trampa es vista con condescendencia. No es denunciada; es envidiada. Así nos va.

El fútbol sólo es un reflejo de la sociedad en que vivimos.

Alex Sancheski dijo...

@ George Best

La gente suele justificar el voto a alcaldes corruptos diciendo aquello de ''roba como todos, pero este por lo menos hace cosas por nosotros''.
Obviando si la afirmación es cierta o no, es terrible, porque se está aceptando la corrupción como un peaje a pagar, y no debería ser así.

El fútbol es como dices, un reflejo de toda esa sociedad que acepta comportamientos de dudosa moralidad siempre que conlleven un beneficio.

Por cierto, veo que te gusta George Best.
Hace poco tuve que ir a la oficina de mi banco, y me hicieron pasar al despacho del director para arreglar unos papeles.
Al entrar no pude evitar esbozar una sonrisa: en la pared de detrás de su mesa había un cuadro de unos dos metros de alto con la figura de George Best.

Así da gusto ir al banco ^^

Jose dijo...

Totalmente de acuerdo con el articulo y con los comentarios, aunque creo q es mejor no mezclar futbol con politica (aunque sea otro aspecto social mas). Creo q el futbol ya esta bastante contaminado como para meter la cienaga de la politica de por medio.

Estoy harto de las gilipolleces de siempre: el futbol es para pillos, mira q listo, q tal q cual. Me niego. Me revienta. No son listos, son tramposos. A este respecto escribi un articulo en su dia en mi blog. A quien le interese:
http://johannesburgo2010.blogspot.com/2010/10/tramposos-futbolisticos-tolerancia-cero.html

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