El precio del dinero


Un recuerdo pasado cubierto por la melancolía y el romanticismo, un presente donde el futbolista es cada vez más atleta y menos jugador.
Algunos dicen que el fútbol perdió con la entrada del dinero de las televisiones y la Ley Bosman, otros simplemente lo toman como un paso natural que se debe dar en esta época de fútbol globalizado.
En este punto surge el debate sobre si se debe aceptar o no la inyección de capital extranjero o, por el contrario, ese paso es borrar el poco aroma romántico que le queda al fútbol.
Maneras de vivirlo.


A favor encontramos que el fútbol es un negocio en el que es fácil y casi rutinario tener pérdidas.

La mayoría de los clubes compran y gastan por encima de sus posibilidades para competir con garantías, coleccionando deudas que al mínimo tropiezo son imposibles de pagar y llevan al club a la ruina.
El colchón económico de un propietario que invierta ingentes cantidades de dinero en el club evita esa inestabilidad y consigue que el club aspire a jugadores que de otro modo serían impensables.

En contra está la dependencia que puede llegar a sentir el club al fiar todo su poderío económico a una sóla persona o entidad, ligando el futuro del club al suyo.
Si el propietario decide desligarse del equipo, la carga económica puede convertirse en un lastre e, independientemente de los resultados deportivos obtenidos, volver al punto cero.

Ejemplos tenemos muchos, tanto de un lado como en otro. Pitterman o Abramovich, Ali Syed o Al Thani, unos creyeron que el fútbol era suyo, otros entendieron que siendo una pieza más del puzzle llegarían mucho más alto.

Porque si hay una cosa obvia es que el fútbol es cada vez más negocio, pero aún nos queda un rectángulo verde donde seguir disfrutando, así que mejor dejar en él a los que saben usarlo.

1 comentario:

Sr. Gordipan dijo...

Parece que por fin se puede publicar. No veas con Blogger.

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