Me acuerdo una vez que Adreas Mauer apostó a que podía darle con una china a la piedra que yo tenía en el ombligo (estábamos en la playa, sitio proclive a estas tonterías). Como él estaba a más de 4 metros acepté la apuesta, ni de coña iba a ser capaz de acertarme en un sitio tan enano. Pues bien, lanzó y acertó. Ante mis demandas de que lo volviera a intentar, el solo supo reírse y decir que pasaba del tema. Evidentemente, no iba a ser capaz de hacerlo otra vez. Es la misma tesitura a la que se enfrenta Guardiola en estos momentos.
Pep ha hecho lo impensable, ha triunfado y ha sentado cátedra. ¿Porque no dejar el barco ahora?, ¿Porque no pasar a la historia como el más exitoso entrenador del barça? El imbatido, el glorioso. Respeto sobremanera el punto de vista del entrenador blaugrana. Realmente puede ganarse por derecho propio el ser considerado un Dios del barcelonismo para la eternidad. Palabras mayores.
El tema de los ciclos en los equipos no es nuevo. Florentino despidió a Del Bosque porque consideró que su ciclo había acabado en Conchaespina (ya he dicho que me pareció un error dantesco). Pero sin embargo Ferguson lleva escribiendo una historia de éxitos desde hace más de 20 años. Es un tema movedizo, nunca sabes si es correcto retirarse a tiempo o hubieras podido llegar a más, como en una partida Hold'em Texas.
Guardiola no solo ha tenido un éxito tremendo con su Barça, además ha hecho lo que nadie había sido capaz antes: el legendario sextete. Desde mi punto de vista realmente tiene más que perder de lo que puede ganar. Si se va ahora puede ser un Dios para la eternidad mientras si se queda y su equipo acaba por hincar la rodilla, la figura mítica que le estará reservada será la de héroe (mitad Dios y mitad humano) y no la deidad inmortal.
Claro, soy del Madrid, y los blancos queremos que se acabe esta dictadura blaugrana cuanto antes porque nos duele, pero intento ser sincero cuando hablo de esto: Nadie del Barça debería querer que Guardiola se fuera y todos los del Madrid deberían desearlo. Pero si finalmente lo hace, su canción se repetirá durante siglos, como una leyenda, como un Dios imbatido. Al fin y al cabo, él acertó un blanco casi imposible como Andreas; y para que jugársela otra vez si ya ha clavado el dardo en el mismísimo centro de la Historia.




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