No me lo podía quitar de la cabeza. La final de la Champions Cup era esta noche, tenía que ser esta y no otra. Maldita mi suerte y maldita mi compañera de curro, que se había tenido que coger sus tres días de vacaciones anuales precisamente ahora. El partido del siglo: el Nuevo Madrid Federal contra el Cataluña Deportivo luchando por la supremacía futbolística de toda la federación. Y a mi me toca currar en la puta residencia de ancianos. Joder.
Allí estaban todos, en la sala común. Como siempre viendo ese estúpido trasto rectangular colgado de la pared o leyendo sus arcaicos libros. Además los cabrones lo habían puesto, habían puesto el puto partido en su mierda de televisión. Ahora podría estar conectado, viviéndolo en realidad cerebral, gritando con mis amigos en la grada y con la oportunidad de pinchar a cualquier jugador implicado para sentir en directo la jugada... pero aquí estoy, parece que lo voy a tener que ver por la “tele”. Maldita mi suerte.
- Eh, Chico. - Me dí la vuelta y lo vi ahí sentado, arrugado como una pasa.
- ¿Que se le ofrece buen hombre? - La verdad es que nunca había tenido demasiado contacto con los viejos. Como era bastante fuerte, mis labores se solían restringir a mantenimiento y a ayudar con los que no podían valerse por sí mismos.
- ¿Te gusta el fútbol? Claro que sí, se te ve en la cara cuando miras la tele. Ven, siéntate conmigo para ver el partido.
Sin saber por qué, acabé sentado a su lado. El viejo se sirvió un vaso de cerveza y, sin preguntarme, me llenó otro a mí. En ese momento, el árbitro hizo sonar su silbato y el partido comenzó.
- ¿Con quien vas, chico?
- Bueno, me gusta el Cataluña
- El viejo Barça ¿Eh? Je je. Pues yo soy del Real Madrid.
- Bueno, ya no se le llama Real Madrid.
- ¡Ja ja ja! Eso dicen, pero el Real siempre será el Real para las momias como yo. ¿Y como ves el partido? ¿quien crees que es favorito para la final?
- Bueno... cada persona dice una cosa distinta, la verdad es que no...
- Ja ja japrfff- El viejo se atragantó y apunto estuvo de devolver toda la papilla de proteínas que había comido poco antes, sin embargo se recuperó algo congestionado, pero con su sonrisa desdentada sin cambiar.- Cada persona... eso está bien, os envidio a los chavales. ¿Sabes que antes no era así?. Solo teníamos unos cuantos medios que distribuían la opinión, me imagino que no tendrás ni idea de lo que te hablo. Antes había una prensa, un monopolio que soltaba las verdades que creía oportunas.
El anciano empezó a contarme toda una serie de historias de cuando era joven. Hombres que escribían solo lo que convenía a un club o a otro, campañas orquestadas para minimizar los éxitos del rival o para ensalzar las propias, el pobre estaba como obsesionado con el tema. Mientras, yo le escuchaba con un ojo puesto en lo que iba pasando en el partido. Sería importante para él, pero yo no podía ni creer esa realidad. ¿Gente cobrando por dar su opinión?, ¿gente pagando por leerla? No hacía ni 50 años desde que el último periódico cerró, pero era un pasado tan extraño para mí que igual me hubiera podido estar hablando del Imperio Romano.
Pero entonces el partido se aceleró, el Madrid empezó a crear peligro por la banda izquierda, donde el extremo parecía estar comiéndose al latera blaugrana en cada mano a mano. En una de estas lo quebró con la cintura y centró. El tiempo se detuvo y el delantero del equipo blanco salto más que nadie para conectar un bonito remate... al palo. Me revolví en mi asiento mientras era consciente de que mi anciano compañero hacía lo mismo. Rellenó los vasos de cerveza y mientras brindábamos, el Madrid volvió a la carga. Esta vez fue un pase interior que dejó al mismo delantero solo frente al portero rival. Amagó una vez y tiro a puerta... Bueno, remató pero no a puerta, ya que su disparo se marchó unos 3 metros mas allá del palo izquierdo.
Huelga decir lo estúpido que me parece la fijación de todos estos por el puto Alcohol. No entiendo que hayan llegado a viejos jodiéndose el hígado a conciencia con fines lúdicos, hoy tenemos una amplia gama de sensaciones por transferencia cerebral sin tener que machacarnos el cuerpo, pero ellos siguen a lo suyo. Y lo de brindar también es digno de mención, por lo visto, es algo que consiste en chocar los vasos y decir alguna frase hecha. Pura idiotez.
Sin embargo, el partido estaba lanzado. Pronto las jugadas peligrosas se fueron sucediendo un ambas áreas mientras el viejo no dejaba de rellenar los vasos. También se aceleró la conversación al mismo ritmo que mi cabeza se iba embotando por el efecto de la cerveza esa. Se sucedieron anécdotas contadas a viva voz con lances del partido. De repente estábamos ahí gritando al unísono o revolcándonos por separado cuando uno de los dos equipos tenía una oportunidad. Más viejos se fueron reuniendo en torno a la pantalla vociferando sus preferencias. El partido estaba loco, y llegamos a ver no menos de 10 tiros a la madera en las dos áreas...
Así acabó el encuentro y llegamos a la fatídica tanda de penaltis. Claro, se desató la locura y de repente todo el mundo estaba histérico. Alguien soltó un chiste que en realidad no era muy gracioso, pero todos nos reímos a carcajadas. Era una forma de aliviar la tensión que nos acosaba. Para entonces he de reconocer que la cabeza me daba vueltas y los minutos se volvían horas. Pero llegó el momento de la verdad, el primer tiro correspondía al Cataluña. El jugador tomó carrerilla y se lanzó como un potro desbocado hacia la pelota. Todo se volvió negro.
Tras unos instantes de desconcierto, los gritos airados de los viejunos me trajeron de vuelta a la realidad. Ahí estaba la enfermera gorda con el mando a distancia en la mano.
- Caballeros, ustedes ya saben las normas. Nada de tandas de penaltis, que no queremos tener una epidemia de infartos. A la cama todo el mundo, ya leerán mañana el resultado en el boletín.
- ¡Buuuh!
- ¡Zorra!
- ¡Puta!
La horda de ancianos cabreados la bañó allí mismo en una lluvia de pipas, kikos y palomitas lanzadas con augusta saña, pero ella no se inmutó incluso cuando una dentadura le acertó en plena frente. Simplemente se dio la vuelta y se fue por donde había venido. Todo había acabado.
Me imagino que sería por los nervios acumulados, pero yo no podía parar de reír ante esta pequeña revolución. Fue entonces cuando me di cuenta de que me lo había pasado como un niño chico en las dos últimas horas, tenía que reconocer que igual no eran tan tontos los vejetes esos. Para mi sorpresa, hasta me levanté tambaleante e hice el primer brindis de mi corta e insignificante vida.
- Señores, si me permiten me gustaría dar las gracias a mi anfitrión de hoy... Por cierto caballero Como ha dicho usted que se llamaba?- El viejo me dedicó una sonrisa desdentada.
- Schmidt- dijo- mi nombre es Herr Schmidt.
3 comentarios:
Epic post!!!
Buenísima idea y buenísimo post!
Todo esto será posible claro, si los mayas no tienen razón :)
Pues me alegró que os haya gustado, intentaré escribir más cosillas de ficción para el blog.
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