Alavés-Liverpool. Gestas para la historia

Una de las ventajas de seguir a un equipo que no está acostumbrado a gestas europeas (en mi caso el Betis), es que tu empatía hacia los logros de los demás se dispara. A madridistas o culés no es raro que este tipo de partidos les importen bastante poquito. Pero para los demás disputar una final europea, máxime siendo un equipo como el Alavés, nos pone los pelos de punta y hace que nos impliquemos a muerte con el equipo español que tiene la oportunidad de conseguir algo grande. El Alavés de Mané y Javi Moreno estuvo a punto de conseguirlo. Fue un partido para los anales.

El Alavés era, y sigue siendo, el clásico equipo ascensor que intercalaba temporadas en primera con otras en segunda y hasta segunda B, pero tras ascender en la 98-99, sorprendió a propios y extraños clasificándose para la UEFA con un equipo que sería el armazón de la campanada del siguiente año: Contra, Javi Moreno, Karmona... También contó con la ayuda de ilustres veteranos como Kodro o Julito Salinas (en su penúltima temporada en activo). Hay que ver lo importante que es contar con jugadores veteranos en un equipo. Más allá de su aportación deportiva, está claro que psicológicamente ayudan a una plantilla humilde a enfrentarse a retos mayores.

La cuestión es que el Alavés hizo una magnífica temporada y acabó clasificándose para la UEFA. Lo que nadie esperaba es que acabara jugando la final de una competición en la que era debutante. Y no fue un camino fácil, el equipo vasco superó a históricos de la talla del Kaiserslautern o el Inter de Milán haciendo gala de una gran facilidad goleadora.

Pero la cuestión es que se plantan en la final, y ante el Liverpool nada menos. El equipo vasco empezó pagando la novatada, con un gol en contra de Babbel en el minuto 3 y otro de Gerrard en el 14. Sí, Iván Alonso recortó distancias poco después, pero solo era el principio de lo que nos quedaba por presenciar. Aun así el histórico Liverpool se rehizo y puso el 3-1 de penalty antes del descanso... no se esperaban a Javi Moreno. La segunda parte fue del delantero, con un gol de cabeza y un apoteósico tiro de falta directa que puso un increíble 3-3 en el marcador.

El Alavés fue enorme esa noche, y es de recibo que no olvidemos la casta que derrocharon en esa noche de 2001. Porque el Liverpool se volvió a poner por delante en el marcador y el equipo fue capaz de volver a empatar por medio de Jordi Cruyff. En estos momentos ya era un partido para la historia y nos íbamos a la prorroga.

Sin embargo, el final no fue digno del partido que habíamos vivido. Eran los tiempos de ese invento tan diabólico del gol de oro. Fue esto lo que le dio la victoria a los de Merseyside. Peor, fue un gol en propia de Geli... El sueño se había acabado, pero a diferencia de lo que suele pasar, este fue uno que muchos no olvidaremos en nuestra vida.



Mucha gente seguirá diciendo que debería hacerse una Liga Europea estilo NBA, pero sería una pena perder esta dimensión del fútbol. Una en la que por muy humilde que seas, si trabajas bien siempre puedes tener la oportunidad de protagonizar gestas que permanecerán en la historia. No habríamos visto la final de la UEFA que el Espanyol jugó en 1988, ni a un Betis rabioso derrotar al todopoderoso Chelsea en el Benito Villamarín. Y por supuesto, tampoco habríamos podido disfrutar de este partido, en el que un pequeño equipo del norte de España tuvo la osadía de desafiar a la historia.

1 comentario:

Javier Sánchez dijo...

Tremendo partidazo, lo recuerdo como si fuera ayer. El final fue dolorosísimo para toda España, como ocurrió años más tarde con el mítico Getafe Bayern de Munich. Yo soy del Madrid y te aseguro que empatizo al 100% con estas gestas. Lo viví con los mismos nervios casi que un aficionado del Alavés.

PD: creo que el gol en propia puerta no fue de Geli sino de Desio

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